Se trata de la fotografía de alta velocidad.
Puede parecer fácil, de entrada, valerse de una barrera para tomar instantáneas de animales en pleno salto, vuelo o cualquier actividad dinámica, más o menos rápida que realicen...No es así!
Para empezar hay que preparar un buen setup. Es como jugar a triangular con ángulos geométricos y también implica cierta apuesta; ensayo y error. Fotografiar naturaleza implica cierto riesgo. Uno nunca sabe hacia dónde saltará o volará un animal en su hábitat. Y aunque a veces puede llegar a ser frustrante, cuando logras ese 5% de buena fotografía y de ese 5%,el 50% son fotos increíbles, te das por bien pagado. La verdad es que las posibilidades son casi infinitas si se trata de localizar mamíferos en extinción o simplemente animales huidizos. Todavía tengo que probarla con insectos...
Hay que tener cuidado no sólo con la colocación de los flashes sino con el retardo que siempre tiene la cámara, desde que se activa la barrera hasta que dispara. Todo un mundo. Alucinante. Como todo avance tecnológico puede tener aplicaciones de lo más útiles para controlar las costumbres de ciertos animales, sus rutas de paso, sus hábitos de alimentación...
Agradezco a Alberto Carreño y Javier Alonso Huerta por brindarme la oportunidad de probar la barrera. Me encanta cómo funciona, es de una calidad notable. Se nota que está hecha con cariño y además totalmente artesanal. Mi forma de ver la fotografía y sus límites ha cambiado. Gracias! Pronto espero hacer una review mas a fondo de la barrera y de sus posibilidades.
Como no sólo de fotografía vive el hombre,también me llevé el quadcopter para hacer tomas aéreas de lugares tan impactantes como Tortuguero, su playa y la ribera del río, el volcán Arenal y otros lugares maravillosos. Las posibilidades son infinitas: un amanecer brutal, unos vuelos rasantes en plena playa, provocar a unos caimanes curiosos...
Quiero aprovechar la ocasión para agradecer la hospitalidad y el cariño del talentoso Mauricio Valverde.
Un hombre inquieto, en constante aprendizaje y ávido de seguir descubriendo cosas nuevas. Consuela saber que en el mundo sigue habiendo gente tan implicada con su entorno y tan auténtica como él.
A Vino por su ayuda, su vocación y la pasión que siente por los murciélagos... es inevitablemente contagiosa, y su predisposición, abrumadora.
Nada hubiese sido posible sin la generosidad de Don Richard, que confió y abrió las puertas de su casa y de su pasión, para que yo pudiera darme un paseo por ella como un amigo más.
A Selim, porque entusiasma, ilusiona y me mete en la cabeza la ya obsesiva idea de volver. Volver y descubrir rincones que él conoce bien. Volveré. Prometido.
A Luis Mendoza, que nos llevó de la mano por Tortuguero como lo haría un buen amigo. Gracias.
Y a muchos otros que me han sonreído, que me han contado una ruta nueva, un lugar interesante, que me han sugerido una buena idea y me han brindado la oportunidad de dar una vuelta de tuerca más a nivel fotográfico.